Bueno, aquí un vídeo que está bastante bien sobre Ávila, aquí unos amigos:
La Barrica de la Oca
jueves, 22 de mayo de 2008
jueves, 1 de mayo de 2008
Leyenda de Guiomar
Volvían a Ávila , de pelear en las Navas de Tolosa, los escuadrones serranos al mando de D. Alvar Dávila, señor de Sotalvo. Al pasar el desfile frente al palacio de D.Diego de Zúñiga, arriba, desde alta ventana, su hija Dª Guiomar aplaudía a los guerreros. Su mirada angelical se cruzó con la de Alvar, que sonreía, sonreía... El valiente capitán de serranos recorrió ya la ciudad sin corazón ¡lo había perdido en una sonrisa!
Guardaba D. Diego a su hija para ofrecersela a Dios. Era duro y altivo el conde, y ante él vino un día el capitán de serranos para pedir licencia para casarse con la condesita. El conde, ordenó al capitán que abandonase su palacio, prohibiéndole que volviese a ver a Dª Guiomar. El capitán replicó con entereza:
-Dª Guiomar y yo seguiremos amándonos; y aún más, viéndonos: ¡mal que os pese!
La guardia del palacio de D.Diego orden tenia de apresar a Alvar si le veían rondando por el palacio. Mientras, en el coto señorial de Sotalvo, mirando a Ávila, D.Alvar Dávila alzaba un castillo roquero.
Se adivinaban mas que se veían los dos enamorados, ella, en la torre del palacio, junto a la ventana que mira a la sierra; él en las altas almenas que descubrían la ciudad. Hasta que un día el alma blanca de Dª Guiomar se escapó del lirio de su cuerpo.
A las torres del castillo vino aquel día una blanca paloma y el castellano la tomo en sus manos. De madrugada partía a la guerra. Y en la guerra murió peleando como bueno..
Cuando la primavera llega al valle, viene de la ciudad, todos los años, hasta las torres del castillo dos blancas palomas. Al decir de las gentes, son estas palomas las almas de los enamorados, que a despecho de su padre siguen amándose sin limites en el tiempo, sin limites en el espacio.
La gente del lugar compuso una trova recordando a los dos enamorados.:
Guiomar esta triste
su amor está lejos,
entrambos se mueren,
entrambos son presos.
¡Cómo se miran!
¡Cuánto se quieren!
Y son sus suspiros
las únicas prendas
que van y que vienen.